Assassin’s Creed Shadows: entre el filo de la katana y la sombra de la fórmula
Después de años de pedidos por parte de la comunidad, Ubisoft finalmente lleva su franquicia estrella al tan esperado Japón feudal. Assassin’s Creed Shadows promete acción, sigilo y narrativa en uno de los escenarios más icónicos para el género. Y aunque entrega una experiencia poderosa en muchos aspectos, también revela las grietas de una saga que sigue intentando reinventarse sin terminar de soltar su pasado.
Doble filo: Yasuke y Naoe
La gran novedad estructural del juego es la posibilidad de alternar entre dos personajes jugables: Yasuke, un poderoso samurái inspirado en una figura histórica real, y Naoe, una asesina shinobi ágil y letal. Esta dualidad le da variedad y frescura al gameplay, permitiendo dos estilos muy distintos en cada misión.
Yasuke aporta el peso, la fuerza bruta y el combate frontal. Cada enfrentamiento se siente contundente, casi como un soulslike simplificado, con bloqueos, tajos medidos y un sistema de postura que recuerda levemente a Ghost of Tsushima. Por su parte, Naoe es la esencia del sigilo, el parkour y la infiltración clásica de Assassin’s Creed. Moverse con ella es rápido, preciso, y profundamente satisfactorio para quienes extrañaban el ADN más puro de la saga.

Sin embargo, la alternancia entre ambos también puede sentirse desigual. Algunas misiones diseñadas para el sigilo se ven entorpecidas si elegís la fuerza, y viceversa. El juego intenta darte libertad, pero la ejecución no siempre es completamente orgánica.
Un Japón que se ve y se siente increíble
El motor gráfico ha sido llevado a nuevos niveles, y se nota. El Japón de Shadows es visualmente deslumbrante: desde la niebla matinal en los campos de arroz hasta los reflejos del atardecer sobre las tejas de los templos. Cada estación del año modifica el entorno de manera tangible, afectando la jugabilidad (el hielo puede romperse, el barro ralentiza, los árboles sin hojas ofrecen menos cobertura visual, etc.).
Los interiores de castillos, casas y santuarios tienen un nivel de detalle exquisito, aunque los NPCs aún arrastran algunas animaciones recicladas. El diseño de sonido también aporta a la inmersión, con efectos ambientales cuidados y una banda sonora que mezcla tradición japonesa con tensión cinematográfica.
A nivel artístico, Ubisoft logra lo que muchos esperaban: un Japón que no solo se ve bien, sino que transmite identidad cultural sin caer en la caricatura.

Jugamos entre lo nuevo y lo de siempre
La jugabilidad de Assassin’s Creed Shadows refina —pero no revoluciona— la fórmula establecida desde Origins. Hay un árbol de habilidades amplio, sistema de loot, mejoras para equipamiento, contratos secundarios, fortalezas por liberar y enemigos con niveles.
Sin embargo, se perciben algunos cambios positivos. Las mecánicas de sigilo fueron ampliadas notablemente: podés esconderte en charcos, desactivar luces, usar señuelos sonoros o realizar asesinatos sincronizados. También hay nuevas herramientas para espionaje y sabotaje, algo que recuerda a las raíces más tácticas de Assassin’s Creed II o Unity, pero con un pulido moderno.
En el combate, la IA enemiga es más reactiva que en Valhalla, pero sigue siendo inconsistente: algunos guardias te detectan a 20 metros, otros no te ven a un metro si estás en sombras. Yasuke tiene acceso a armamento pesado, incluyendo tetsubos, naginatas y rifles arcaicos, mientras que Naoe usa katanas cortas, shurikens y bombas de humo. El ritmo cambia según a quién elijas, lo que da libertad, aunque a veces corta la coherencia táctica.
Ecos de entregas anteriores
Assassin’s Creed Shadows camina en un delicado equilibrio entre el pasado y el presente de la saga. El enfoque en el sigilo recuerda al ADN original de la franquicia, mientras que el diseño de mundo abierto, la progresión de personaje y las mecánicas de loot siguen ancladas en el modelo RPG introducido en Origins y expandido en Odyssey y Valhalla.

Lo interesante es que por primera vez se intenta combinar lo mejor de ambas eras: el parkour detallado de Unity, el combate mejorado de Valhalla y el sigilo clásico. No siempre funciona perfecto, pero es un esfuerzo que se siente honesto, como si Ubisoft finalmente estuviera escuchando a los fans que piden menos grind y más identidad.
Veredicto Play is Life
Assassin’s Creed Shadows es una entrega poderosa, visualmente impecable y con algunos de los mejores momentos de sigilo desde Black Flag. Tiene personajes interesantes, combate satisfactorio, y un mundo que te atrapa apenas ponés un pie en él. Pero también es una muestra de que Ubisoft aún no logra salir del todo de la fórmula conocida.
Para los fans de la saga, es un regreso muy esperado que entrega lo que promete. Para los jugadores nuevos, es un excelente punto de entrada. Pero si buscabas una revolución… probablemente tengas que esperar un poco más.
Es una katana bien afilada, pero que no siempre corta con fuerza.